viernes, 29 de noviembre de 2013

La oportunidad de la “Doctrina Parot”


El 21 de Octubre de 2013 el Tribunal Europeo de Derechos Humanos dictaminó que el carácter retroactivo de la conocida como “Doctrina Parot” vulneraba el Convenio Europeo de Derechos Humanos. Nada más conocerse la sentencia todos los focos se centraban en los presos de ETA, al ser una doctrina que se implementó con el objetivo de poder alargar las condenas de la banda terrorista, como medida antiterrorista, pero también por el hecho que el recurso presentado ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos contra esta fue de Inés del Rio antigua miembro de ETA, y actualmente en libertad. Tanto la izquierda como la derecha iniciaron un debate donde se ponía en contraposición los derechos humanos con las víctimas del terrorismo, además de ser un debate con argumentos banales se pasó por alto que esta sentencia repercutía en la condena de presos que están encarcelados por diversos temas, problema que actualmente empieza a emerger en la escena pública al ver como se están liberando a expresos relacionados con agresiones sexuales y/o asesinatos.

Bien, en la política resulta bastante ingenuo pensar que algo pasa por casualidad, es decir, creer que esta sentencia ha cogido al gobierno del Partido Popular totalmente de improvisto o que no se la esperaban seria acatar aquello que se transmite de forma oficial por un partido político y eso es algo que una sociedad nunca se debe permitir, al menos sin revisar la información antes. Pongámonos en situación, esta sentencia llega en uno de los momentos más delicados de este país, con una crisis a la que el gobierno actual está respondiendo con recortes en los servicios públicos, y duras leyes que están liquidando tanto derechos laborales como sociales. Este contexto nos lleva a pensar que actualmente una puesta de presos en libertad nos aleja mucho del ideal de convivencia social que cualquiera puede tener en mente, al no contar con una garantía de que el estado tiene mecanismos para responder ante  tal panorama, y no me refiero a los presos de ETA. Me estoy centrando en aquellos presos que sí son verdaderos peligros para la sociedad ya que salen sin ningún arrepentimiento y sin ningún certificado que acredite su rehabilitación, ¿Cómo piensa el gobierno insertar a estos excarcelados en un país con servicios sociales saturados, o suprimidos? ¿En una sociedad con más sed de venganza que nunca ante casos semejantes? Pues bien la respuesta parece que ya estaba tomada antes de que surgiera el problema de su libertad.

Con una mayoría absoluta como la que goza el Partido Popular y con los precedentes de los conocidos como “decretazos” que llevamos viviendo estos dos años se pueden prever algunas medidas que no son nada alentadoras para los derechos civiles de este país. Como son un endurecimiento de los cuerpos nacionales de policía, un mayor sometimiento a la vigilancia por parte del estado a cualquier ciudadano excusándose en garantizar la seguridad en las calles, un endurecimiento de las condiciones presidiarias así como restricción de derechos a todo tipo de excarcelados, pero sobretodo la clave de este articulo, no olvidemos que hay parado un proyecto de Ley de este mismo gobierno donde se pretende establecer la cadena perpetua revisable (como ellos la denominan), este proyecto ha sido criticado por diferentes órganos judiciales, partidos políticos y movimientos sociales, fundamentando que tal proyecto de Ley va en contra del mandato constitucional a que “toda pena privativa de libertad debe estar orientada hacia la reeducación y la reinserción” (articulo 25.2CE) y no amparándose en la venganza que es el valor fundamental con el que nace esta medida. Pero si la conspiración política nos ha enseñado algo a lo largo de la historia es que el factor clave para legitimar una medida impopular es generar la necesidad de esta. Y en esas nos encontramos, con la puesta en libertad de presos socialmente peligrosos que generan una alerta social por el gran sentimiento de inseguridad que provocan, es decir nos abocamos a entrar en la tan recurrente doctrina del miedo; periodo social donde se dan las circunstancias adecuadas para acatar cualquier medida estatal por más dura y antinatural que sea excusándose en que es necesaria ante la convulsión social. Tal y como se está enfocando este conflicto es ideal para la situación del gobierno ante el problema porque no se les reconoce como los originarios de este por lo que no han de responder ante el origen pero si pueden presentarse ante la sociedad con una solución apaciguadora ante la inseguridad social, aunque por el camino haya que suprimir diferentes derechos.

Se puede pensar que esto es la ocurrencia de alguien que se ha sentado frente al ordenador a afirmar lo primero que se le pasa por la cabeza, pero si fuera así se podría ir más allá y pensar en una ley que legalice el uso de armas en nuestro territorio que podría ser defendida con los mismos argumentos que se utilizan en EE.UU., el de la seguridad ciudadana ante posibles delincuentes o asesinos. Pero cualquier estado que no tenga a la asociación nacional del rifle detrás sabe que el problema que genera esta política es potencialmente más peligroso que el conflicto de por sí, así que sería alejado de toda realidad afirmar esto.

O simplemente es posible que el gobierno no actuara porque estaba obligado a acatar esta sentencia, y todo lo que se ha hablado hasta aquí es mera conspiración, pero para afirmar esto siempre hay que echar mano de la hemeroteca y de aquí surge una pregunta ¿Por qué el gobierno del PP no ignoro esta sentencia de Estrasburgo? A caso no es el mismo partido que en 2002 afirmaba que los fallos del Tribunal de Estrasburgo (mismo tribunal que tumba la “Doctrina Parot”) son declarativos y sin efectos ante una sentencia que criticaba la falta de imparcialidad en los Tribunales Militares. ¿O es que por el contrario esta resolución puede legitimar alguna política futura del gobierno? Bueno seguramente solo sea una confabulación y todo es una mera coincidencia temporal, los precedentes no llevan a desconfiar de ningún gobierno.


Félix Valle