domingo, 29 de junio de 2014

Juan Carlos aceleró, y la tercera no llegó

Parece que el resultado de las elecciones del 25 de Mayo iban en serio, el sistema bipartidista se tambalea y con él la estructura de estado forjado desde la transición. Entre estos elementos de estado se encuentra la monarquía, cuya valoración por parte de la población española es la más baja desde que fueran nombrados jefes de estado por el franquismo. Estos indicadores sociales en referencia a la opinión pública muestran estos índices en gran parte influenciados por escándalos familiares que han llevado a imputaciones de hija y yerno, que se sumaron a los ya mencionados resultados electorales europeos, esto condujo a tomar una medida de emergencia para girar el timón a tiempo y evitar el iceberg que se empieza a visualizar a lo lejos en forma de ruptura entre sociedad y estado. La acción de cambio no se hizo esperar y una semana después de las elecciones el Rey abdicaba, un hecho que no por más que meditado parecía que se hacía apresuradamente, como si el Rey tuviera en mente el eslogan republicano de: ”Juan Carlos acelera que viene la tercera”.

Pese a que los medios convencionales intenten disuadir la causa mayor de la abdicación con motivos totalmente secundarios, el nerviosismo generalizado en la elite política es palpable y este hecho lo refleja. El PSOE está en pleno proceso por buscar una nueva identidad en el siglo XXI o simplemente sobrevivir, y el Partido Popular intenta encontrar las reformas que no le hagan seguir perdiendo votantes.  Por si no tuvieran poco con sus asuntos internos les ha tocado llevar a cabo el proceso de proclamación del nuevo Rey, aunque no parece que hayan tenido muchos quebraderos de cabeza con este hecho salvo algún sector republicano del PSOE que apenas le han dejado tener cabida en la luz pública y mucho menos peso a la hora de posicionar el partido.

El proceso desde la abdicación de Juan Carlos I hasta la proclamación de Rey a Felipe VI ha sido propio de la democracia española, que no confundir con democrático. Este método se caracteriza por no consultar al pueblo nada, independientemente del tema que se trate y así sea tan relevante como la jefatura de estado o la pertenencia a un territorio, la población no tiene el derecho a votarlo, quizás piensen que después de 40 años la población todavía no esté capacitada para tomar decisiones relevantes. Gracias al bipartidismo se aprobó la ley orgánica que iniciaba el cambio de monarca, con abstenciones de nacionalistas y votos en contra de la izquierda plural; quizás en un contexto futuro donde se percibe que el bipartidismo pierde fuerza y aparecen nuevas agrupaciones que no promulgan con la defensa monárquica a ultranza, un cambio de Rey en el futuro hubiera supuesto un proceso bastante más largo y costoso para la Casa Real, así que lo pretendían evitar a toda costa.

La voluntad era iniciar un proceso rápido y lo menos doloroso posible para no seguir dañando la ya maltrecha imagen de la monarquía española, pero pese a las prisas, a lo largo y ancho de España se inició una reclamación a favor del referéndum donde decidir entre monarquía o república. Quizás porque a este movimiento republicano le pilló a contrapié la abdicación y tuvo poco tiempo para organizarse, las protestas carecieron de la fuerza que requería el momento, no tanto por falta de apoyo sino por falta de tiempo y atención de los medios. El movimiento republicano carece de una fuerza política que lo represente en el parlamento, salvo la Izquierda Plural no hay representación del republicanismo en forma de grupo parlamentario, y esto es muy relevante todavía para conseguir movilizar a la gente; ya que puedes tener el apoyo de millones de ciudadanos pero si no consigues transformarlo en fuerza política, la reivindicación carece de instrumento para alcanzar el objetivo dentro de nuestro sistema político.

La proclamación de Felipe VI siguió el curso deseado desde la Casa Real, intentando hacer de este acto una muestra de fervor patriótico haciéndolo coincidir con el mundial. Con una ceremonia más adaptada a los tiempos actuales y unas medidas de seguridad para que nada se saliera del orden previsto, Felipe se ha convertido en el nuevo rey de España. Ahora es el momento de ver si sigue la tónica de su padre y actúa como mero embajador del país, o por el contrario demuestra estar más activo en la política del país, que en buena medida es lo que se le exige desde su nombramiento, y motivo por el cual se ha adelantado su proclamación, para que sea el acto simbólico de un cambio de la política del país y un acercamiento al diálogo, sobre todo con un jefe de estado que sí habla la lengua catalana puede ser un actor de mediación aceptado entre las dos partes. Ahora habrá que ver si este papel lo sabe dirigir y los gobiernos lo saben aceptar, o simplemente acaba siendo un actor estatal pasivo ante la realidad del país.


domingo, 1 de junio de 2014

El camino de la izquierda tras las europeas

Las elecciones europeas del 25 deMayo en España dejaron pocos vencedores y en cambio pusieron sobre la mesa varios indicadores que se venían anunciando a lo largo del tiempo desde la población: desmantelamiento del bipartidismo, impulso al soberanismo catalán, desafección política, e impulso a la vez que fragmentación de la izquierda. Los dos partidos mayoritarios (PP y PSOE) no consiguieron reunir más del 50% de votos, hecho que refleja el distanciamiento de la sociedad ante ellos, esto llevo al florecimiento de diversos partidos con al menos un escaño. Por su parte, el pueblo catalán ratifico la voluntad de poder votar su futuro en una consulta, dando cerca de 1.500.000 de votos a aquellos partidos que han expresado su apuesta por que se realice el referéndum (ERC, CiU, ICV). Justo en esta comunidad el porcentaje de participación creció un 10% respecto a 2009, hasta llegar al 47,62% dos puntos más que en el conjunto de España, estos índices tan pobres han sido una tónica repetida en la mayoría de países europeos, presentando unos porcentajes muy bajos de confianza en las elecciones europeas, y en la clase política. Al principio hablaba que hubo pocos vencedores, pero a nivel estatal hubo un partido claramente vencedor, Podemos, lo que ha provocado una mayor representación de la izquierda a la vez que está más fragmentada en diversas opciones. Teniendo en cuenta que Izquierda Plural y Podemos han reunido más de 2.800.000 votos se puede considerar que la izquierda suma un número realmente a tener en cuenta como fuerza política, si a estos le sumamos la parte más progresista del PSOE, la esperanzas de cara a las elecciones de 2015 son ilusionantes para que haya un cambio de políticas tanto económicas, sociales, democráticas y laborales. Pero ¿Y después de las elecciones europeas, qué?

PSOE, renovarse o morir.

El PSOE después del severo correctivo que sufrieron en estas elecciones, que se suma a los que llevan acumulando desde 2011, parece que ha empezado a procesar que sus votantes les están pidiendo un cambio en su secretaría, y cargos más elevados, a la vez que replanteamiento de sus políticas. Así que se abre el proceso para nombrar a la nueva cúpula del partido que tiene en sus manos renovar al PSOE, o darle el último empujón hacia el barranco.

Curiosamente en el momento de la democracia donde están obteniendo peores resultados, puede ser que vuelvan a ser la llave del gobierno, y no precisamente por méritos propios sino por demerito del partido de gobierno. El PSOE no se juega solo elegir la cúpula de su partido, sino que indirectamente están eligiendo la ruta de camino en los próximos años y sobre todo a corto plazo, las elecciones generales de 2015. Las dos opciones que a vuela pluma se pueden presentar son claras y han sido planteadas públicamente por diversos sectores del partido: gobierno de unidad, pactando los elementos fundamentales de la política nacional con el PP; o frente de izquierdas fijando unas recetas de izquierda sobre las que pivotar un gobierno.

Quien más quien menos ya se ha postulado dentro del partido respecto a esta dicotomía, y es conocido que el núcleo más duro liderado por Felipe González, que goza del don de la oportunidad a la hora de pronunciarse, está por la labor de volver al poder de la mano de laderecha para que no cambie nada en este país, y poder seguir adorando a la maravillosa transición donde por casualidad ellos fueron artíficies; así lo ha hecho saber públicamente, al igual que ha desprestigiadoa PODEMOS. En cambio, existen corrientes dentro del partido con una mentalidad más abierta en contra del anclaje en el establishment político que entiende la necesidad de hacer reformas progresistas de calado a todos los niveles.

Izquierda Plural y Podemos, condenados a entenderse.

En el contexto actual ya no vale actuar simplemente como fuerza opositora al gobierno, porque esto nos ha llevado a la situación actual donde el estado de bienestar se sustenta gracias a las familias, el sistema democrático hace aguas y el poder económico esta sustraído por un establishment totalmente ajeno al control del pueblo. Con estos elementos pensar que solo con tener representación en el parlamento ya basta sería dejar escapar una gran oportunidad de tomar decisiones en la práctica. Hacer la batalla por separado era entendible en un panorama donde las posibilidades de sumar mayoría eran ínfimas, pero actualmente, esto ha cambiado tanto por la disolución del sistema bipartidista, como por el agotamiento por parte de la sociedad a estar bajo estas políticas ultraconservadoras.

La Izquierda Plural lleva una constante de crecimiento en número de votos, pero los pronósticos son que si no ha tocado ya techo electoralmente, poco le falta; bien sea por su historia, por su anclaje dogmático o por una carencia de saber llegar a un pueblo que realmente sí comparte su programa, no es capaz de aglutinar más votos. En cambio Podemos en 6 meses de vida como partido, sí ha sabido movilizar a la gente, que bien estaba totalmente desencantada de la casta política y abogaba por la abstención, o a la que necesitaba ver caras e ilusiones nuevas en otro partido.

La coalición de estos dos partidos era algo que ya se demandaba por parte de algunos sectores antes de las elecciones europeas, pero ahora viendo los grandes resultados de los dos partidos es casi una pura obligación. Aunque ahora la negociación para una posible coalición ha variado sus fuerzas, Pablo Iglesias ya no es solo el tertuliano que quiere hacer andadura política y al que Izquierda Unida como partido mayoritario le podía poner las condiciones, ahora la diferencia es solo de 300.000 votos, hecho que iguala el eje de fuerzas para configurar un frente común. En estas elecciones ha habido un clara lección en la hora de la captación de votos por parte de Pablo Iglesias a los líderes de Izquierda Unida en especial a su homólogo y el que tiene que ser la esperanza del partido por capacidad y juventud, Alberto Garzón Espinosa; Pablo Iglesias ha demostrado que en esta década hay que estar capacitado pero también hay que saber jugar en diferentes escenarios y lo mismo que puedes dar un discurso frente a gente afín a tus ideas, hay que saber batallar dialécticamente con aquellos que insaciablemente promulgan su conservadurismo en la parrilla televisiva.

Pero dejando al lado egos individuales, disputas de procedimientos y de fundamentaciones ideológicas, ahora toca poner la cara todos y darlo todo para que este país cambie de verdad. En esta andadura habrá que sentarse y ver qué camino decide elegir el PSOE, si deciden seguir alineándose con las políticas económicas de derechas como en la última legislatura de Zapatero, lo mejor será presentar un proyecto ilusionante y sus propios militantes que gran parte si son progresistas y de izquierda de verdad sabrán elegir quién les representa electoralmente. Y sumando toda esta base militante de las diversas formaciones y movimientos sociales, el cambio es más probable que nunca. La Izquierda Unida, PODEMOS.